El fraude ha dejado atónita a la policía. La banda hacía réplicas de cajeros que colocaban sobre los auténticos; cuando el usuario se iba sin hacer la operación deseada, había dejado sin querer todos sus datos en un ordenador portátil. La policía tiene constancia de que la banda desarticulada operaba en Madrid y Sevilla, según informó la cadena Ser. A continuación se reproduce el artículo íntegro publicado en este medio.
Lunes, 12 mayo 2003
IBLNEWS, Agencias
Funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía, adscritos al Grupo de Delitos Económicos de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta de la Brigada Provincial de Policía Judicial, han puesto a disposición de la autoridad judicial a dos ciudadanos venezolanos, como presuntos autores de un delito de falsificación y estafa, en una actuación que ha permitido descubrir un nuevo y sofisticado método empleado para la falsificación de tarjetas de crédito.
Los detenidos fueron identificados como Miler A.V., de 22 años, y Jonaphan A.Q., de 20 años, ambos de nacionalidad venezolana y sin antecedentes, y son responsables de una nueva modalidad delictiva en el fraude de tarjetas de crédito descubierta en Sevilla, primera ciudad de España en la que se ha detectado la falsificación.
Un portavoz de la Policía Nacional ha explicado hoy en rueda de prensa en Sevilla que la novedad radica en el ''''modus operandi'''' utilizado por la organización, ya que los falsificadores actúan anulando el cajero automático existente al colocar un mecanismo prefabricado por ellos y que lleva acoplado un ordenador portátil, así como un lector de tarjetas y una pantalla táctil, elementos que son superpuestos sobre el cajero automático con unas cintas adhesivas.
Además, cubrían las ranuras originales del cajero y el teclado con varias tapas, en las que empleaban los mismos elementos metálicos, y de esta forma cuando un usuario acudía al cajero, introducía su tarjeta sobre el lector y el ordenador --que contaba con un programa que imitaba los pasos que se siguen en el cajero-- simulando la realización de una operación, aunque finalmente ésta resultaba fallida.
El usuario se marchaba, pero el fraude ya se había cometido, dado que el lector había recopilado los datos de la tarjeta e incluso el número secreto o pin para poder operar, datos que eran almacenados en un archivo y que luego los detenidos guardaban en un disquete.
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