Hace unas pocas semanas, a raíz de una noticia publicada en un weblog,
muchos medios de información publicaron cosas como "la mejor forma de
"crackear" un Windows es utilizando el propio Windows" o "Hachear Windows
XP es cosa de niños". ¿Titulares buscando el sensacionalismo o reflejo
fiel de la realidad?
A mediados de febrero se publicó en el weblog de Brian Levingston
(briansbuzz.com) un artículo donde se explicaba que era posible utilizar
la consola de recuperación de Windows para obtener privilegios de
administrador en un ordenador que utilizara Windows XP. El método consiste
en arrancar la máquina utilizando un CD-ROM de Windows 2000 e iniciar la
consola de recuperación (tecla F8 durante la inicialización del sistema
operativo).
En teoría, para poder acceder sin contraseña a la línea de órdenes del
sistema operativo desde la consola de recuperación es necesario editar el
registro del sistema y añadir una clave. Así es como lo explica Microsoft
en un articulo de la knowledge base.
Entonces la pregunta es, ¿porqué arrancando con un CD de Windows 2000 se
puede acceder al disco? Simplemente, Windows 2000 no es capaz de acceder
al registro de Windows XP (¡afortunadamente!... si accediera posiblemente
el remedio sería mucho peor que cualquier enfermedad) por lo que deduce
que la instalación de Windows está dañada. Como tampoco puede acceder a la
SAM, como último recurso de recuperación permite acceder directamente al
disco desde el indicador de la línea de mandatos.
Esto es precisamente lo que se desea. Si por alguna razón el sistema no
puede arrancar y queda en un estado tan deplorable, la consola de
recuperación debe permitir realizar los cambios necesarios para que el
sistema vuelva a ser operativo. Incluso si para hacer estos cambios es
necesaria la intervención manual del administrador, con las limitaciones
propias de la administración en un entorno tan limitado como este.
Por tanto, todo esto no puede considerarse como una vulnerabilidad de
seguridad. Todo lo contrario, es una función muy útil en aquellas
situaciones en que la máquina se niega a iniciar.
La realidad es que, desde esta línea de órdenes, poca cosa podemos hacer.
Cierto, podemos copiar o borrar archivos, pero no podemos realizar ningún
cambio significativo en la configuración del sistema. Por otra parte, si
los archivos sensibles están cifrados (porque todos nosotros ciframos los
archivos con información sensible, ¿no?) no servirán de nada al
'atacante', ya que incluso pudiendo acceder al archivo, su contenido será
totalmente ininteligible.
Por otra parte, si tenemos acceso al disco duro, ¿para qué complicarnos la
vida accediendo mediante la consola de recuperación? Es mucho más rápido y
cómodo utilizar un disquete de MS-DOS con programas para acceder a las
particiones NTFS. Evidentemente sin necesidad de ninguna contraseña. Estos
disquetes de MS-DOS pueden dar soporte a la conexión de red, de forma que
no sea necesario copiarlos manualmente.
Pero si queremos hacerlo cómodamente, podemos instalar ese disco duro como
unidad secundaria en otra máquina. De esta forma, podemos hacer cualquier
cosa con él, utilizando todos los programas que habitualmente utilizamos
para navegar por el disco duro.
Moraleja de la historia. Desde el momento en que un intruso ha obtenido
acceso físico a nuestro sistema, todo lo que haga está fuera de nuestro
control. Cualquier medida de protección aplicada, como son las contraseñas
de acceso, puede ser sorteada de una forma u otra. De hecho, la única
medida que nos queda para preservar la información de los discos es el
cifrado de los datos. Cualquier otra explicación que se quiera dar a esta
presunta vulnerabilidad no es otra cosa que marear la perdiz.
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