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Como se puede ver en http://www.abc.es/sociedad/noticia.asp?id=126109&dia=Hoy Así conducimos, así somos.

Conducimos como somos o somos como conducimos. La Psicología desempeña un gran papel en el modo de manejarnos por carretera. Un asunto vital estos días, en los que se prevén cinco millones de desplazamientos. Ahora toca el turno de regresar a casa sin ningún incidente en el camino. ¿Misión imposible? Los expertos dicen que no, si se siguen ciertas normas.

«Cuando un coche intenta adelantarme me pico con él y hasta le hago señas desde la ventanilla. Aunque yo quiera ir por el carril derecho, a los cinco minutos ya voy por el izquierdo a toda pastilla; es como si algo me obligara a ir deprisa. Una cosa que me hizo reflexionar hace poco fue la campaña de tráfico sobre la paciencia; de repente me ví reflejada en la conductora que atropella a los niños en bicicleta por no esperar un poco». Es el testimonio de Esperanza, de 35 años, que se considera una conductora «peligrosa».

Reconoce también que sufre un gran nivel de ansiedad y estrés en su vida diaria, que probablemente despliega a lo grande cuando va en su vehículo. Dominar la velocidad es un logro casi mágico para el género humano, algo comparable al dominio del fuego o la utilización de la rueda, según los expertos en Seguridad Vial, pero que debe saber controlarse adecuadamente.

En varones estas actitudes temerarias son más frecuentes. No en vano, casi el 80 por ciento de los lesionados medulares que ingresan en el Centro de Parapléjicos de Toledo son hombres, pero cada vez más hay un nutrido grupo de mujeres que sienten pasión por el riesgo y la velocidad.

Más ansiosos y deprimidos

La ansiedad y la depresión pueden estar detrás de la forma de conducir del individuo. «Curiosamente, cuando la persona sufre un gran nivel de ansiedad se desconcentra más fácilmente y le resulta más difícil prestar atención a la carretera», explica el doctor Jerónimo Sáiz, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal, en Madrid. Así pues, la personalidad del conductor y su entorno social es más importante de lo que parece cuando tiene un volante entre las manos. Las personas que padecen mayores niveles de ansiedad, depresión, agresividad, problemas de adaptación social o delincuencia son los que más problemas sufren al conducir. Y la depresión es especialmente peligrosa por los efectos secundarios que producen los tranquilizantes y benzodiacepinas.

Pero, sin duda, las patologías psiquiátricas que más accidentes de tráfico producen son el alcoholismo y el consumo de drogas. Mucho más, si se combinan entre ellas o con fármacos de algún tipo. Según Sáiz, una persona bajo los efectos del alcohol «se siente omnipotente, impulsiva, agresiva, se desinhibe... Así suceden los accidentes de tráfico de los todos viernes por la noche». Por otro lado, las personas agresivas e impulsivas son las que más predisposición tienen a sufrir percances por su propio carácter. Este fenómeno se denomina en Psiquiatría «búsqueda de sensaciones o novedades» y hay diferentes parámetros biológicos que lo condicionan, según el citado especialista.

El grupo de Psiquiatría del hospital Ramón y Cajal ha comprobado que las personas que se exponen habitualmente a situaciones al borde del abismo tienen el sistema de neurotransmisión neuronal más activo, probablemente porque necesitan tener todos sus sentidos alerta. «Hemos hecho experimentos en toreros y artificieros de la Policía y en ambos colectivos, se detecta un mayor nivel de la enzima monoaminoxidasa, que regula la degradación de neurotransmisores.

Este mismo desajuste del sistema serotoninérgico se ve más claro en conductas que rozan o se meten de lleno en la patología como la ludopatía o el alcoholismo, las personas que han intentado suicidarse o que han protagonizado un delito violento», explica el psiquiatra.

Contar con un mayor nivel de dicha encima se relaciona directamente con los temperamentos más impulsivos. Y el pensar que hay personas que nacen con un gen que les hace ser más arriesgadas da mucho que pensar a la comunidad científica. Cuando se detectan personalidades de este tipo se suelen utilizar técnicas de psicoterapia que tiende a fomentar el autocontrol.

Violencia sobre ruedas

Según el doctor Enrique Sáiz, profesor de Psicología Básica de la Universidad de Valencia, «el tráfico se ha convertido en un foco de conductas violentas. Las emociones a flor de piel o las prisas influyen decisivamente en la forma agresiva de conducir de los españoles».

Un estudio realizado por el departamento de Psicología Básica de dicha universidad preguntó a conductores sobre si creían que había más violencia en la carretera en los último tres años. El 97 por ciento de los encuestados contestó que sí, el 98 por ciento de ellos reconoció haber tenido respuestas violentas, pero también en el 99 por ciento de los casos las personas mantenían que cuando los demás se disculpan, su respuesta agresiva remite.

«Este es un hecho significativo: demuestra que cuando nos disculpamos cesa la respuesta violenta, aunque el otro conductor esté muy enfadado. Además hay que saber pedir perdón con los gestos adecuados para no ser malinterpretados», indica el psicólogo Enrique Sáiz.

Pero, ¿por qué ha aumentado la violencia? Las respuestas de los expertos son variadas. Puede ser que las carreteras estén más congestionadas. También influye la sociedad intolerante, violenta y competitiva en la que vivimos, que extrapola sus influjos al asfalto. Los conductores profesionales, según este estudio, muestran una tendencia ligeramente mayor a la agresividad porque están más expuestos a los rigores de la carretera.

En cuanto a respuestas de hombres y mujeres, los porcentajes de enfado entre ambos son muy similares, aunque las féminas pueden tener una reacciones violentas más sutiles, a modo de ráfagas de luz o pitidos, en vez de cortar el paso o amenazar directamente de forma verbal o física al otro conductor.

En ocasiones, conducir enfadado por algo puede ser mucho más peligroso que saltarse los límites de velocidad. «Aquéllos -dice el especialista- que sufren emociones negativas dentro del vehículo están más predispuestos a «saltar» a la menor señal de provocación».

Sin presiones familiares

A esto hay que añadir otro tipo de factores internos: la sobreactivación fisiológica por el hecho de conducir, como les pasa a los jugadores de fútbol en el campo, es terreno abonado para que salten las alarmas y las situaciones violentas.

Un claro factor influyente es, por ejemplo, la presión familiar en un viaje largo. Si la pareja discute por la hora de salida o los hijos presionan para llegar antes al destino, el conductor puede verse alterado.

Además, está comprobado que durante los meses de calor los conductores se muestran más sensibles, impacientes e irritables. Se dan más episodios de amenazas (verbales o gestos con las manos...), insultos, ráfagas de luz y pitidos, aproximaciones al vehículo e incluso violencia física.

Cuando se llega a las manos, lo más habitual es que se usen instrumentos como barras antirrobo, destornilladores o cualquier objeto contundente que se lleve dentro del coche. Las personas que conducen de forma arriesgada tratan de imponer a los demás sus propias normas e interpretar cualquier acción ajena como intencionada.

Por ello, el profesor Enrique Sáiz recomienda evitar poner nerviosos al resto de los conductores con la propia conducta. «No es conveniente disculparse mediante ráfagas de luz o pitidos porque puede ser considerado por el otro conductor como una provocación más. Lo mejor es mirar a la persona -no muy directamente- y asentir con la cabeza para reconocer el error. Simplemente levantar la mano para asumir el fallo también puede ser malinterpretado por los otros», insiste el experto.

Otra norma de oro: no bajar nunca del coche y, al menor signo de violencia, es recomendable llamar a la Policía Local si se circula por ciudad o a la Guardia Civil de Tráfico si se trata de un trayecto por carretera. Este consejo se recoge en muy pocos estudios internacionales y es fundamental para evitar un episodio violento, según los especialistas consultados.Cuando una persona baja del vehículo se interpreta como que busca una confrontación física.

Saludos