Descubrir que el nuevo carnet de identidad alemán tiene puntos débiles que, mal intencionados, pueden aprovechar para hacerse pasar (electrónicamente) por la víctima. Demostrar que terminales electrónicas preparadas para votar en unas elecciones en Alemania se pueden manipular y además son dispositivos no transparentes y en consecuencia antidemocráticos, lo que condujo a que el Tribunal Constitucional alemán declarara en 2009 su uso como anticonstitucional. Abogar por la libre circulación de la información, la neutralidad de la Red y proteger a toda costa la esfera privada.

Estos son algunos puntos de la actividad del Chaos Computer Club (CCC), la asociación de hackers y activistas informáticos más grande de Europa. Todo ello no parece encajar con la idea habitual de que un hacker es un individuo de dudosa moral que se dedica a irrumpir en los ordenadores de los demás y hacer estropicios.
"Alguien así no dura mucho entre la comunidad del club", comenta Constanze Kurz, del CCC. Y es que, sin imponer nada, los miembros de esta asociación se rigen por un código ético cuyas bases ya estableció en 1984 Steven Levy en su libro Hackers (ahora reeditado y ampliado en su 25 aniversario).
Hackear es en esencia "una actividad con una fuerte componente de juego", aclara Debora Weber-Wulff, profesora de la Escuela Superior para Técnica y Economía (HTW en sus siglas en alemán) de Berlín. Es querer saber cómo funcionan las cosas de este mundo y compartirlo con los demás. No significa necesariamente centrarse solo en encontrar las cosquillas a un sistema operativo dado o hallar deficiencias a alguno de los artilugios tecnológicos con los que estamos acostumbrados a convivir, sino también encontrar vías alternativas de hacer las cosas o conseguir que un dispositivo dado haga algo o usarlo para algo para lo que no estaba pensado. En definitiva, hacer un uso creativo y libre de la tecnología.
Este tipo de intervenciones, hacer público el conocimiento adquirido en el proceso, compartirlo con la comunidad y los casos en los que algún tocado (como los describen en la ética del hacker el CCC en su web) explota inapropiadamente estos conocimientos, es lo que ha dado origen a que, en el mejor de los casos se perciban con ambivalencia, y en el peor, a criminalizar el término hacker. Esta "comunidad galáctica de seres de todas las edades, género, origen o posición social", como se autodefinen, y que cuenta actualmente con unos 2.700 miembros, fue fundada en 1981 por Wau Holland en la sede del periódico berlinés Die Tageszeitung (Taz). El club tiene una estructura descentralizada y se divide en pequeños grupos locales y regionales que se encuentran con regularidad a lo largo del año. Desde 1984, se organiza un encuentro para miembros y personas interesadas en el Chaos Communication Congress que acaba de celebrar su 27ª edición en Berlín y que está ganando cada vez más importancia a nivel internacional.
"El club ofrece a los socios infraestructura pero como tal no hace nada excepto comunicarse con la prensa", dice Henryk Plötz, miembro desde 2001. "Son los miembros los que hacen cosas y los que se organizan para colaborar en diversos temas y proyectos que les interesan", puntualiza. Plötz trabaja ahora en tarjetas inteligentes del tipo del nuevo carnet de identidad alemán, y añade "destripo las tarjetas para ver cómo funcionan. En el mundo académico, esto no lo verían con buenos ojos".

Los principios

- El acceso a las máquinas que ponga de manifiesto cómo funciona este mundo debe ser ilimitado.
- La información ha de ser libre.
- Desconfía de la autoridad.
- Juzga a un hacker por cómo actúa, no por su aspecto, edad, origen...
- Se puede generar arte y belleza con un ordenador.
- No revuelvas ni destruyas los datos de otros.
- Utilizar los datos públicos, proteger los datos privados.


FUENTE:CIBERPAIS