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Encontramos en http://www.quepasa.cl/revista/1438/35.html un interesante artículo que comenta un problema más habitual de lo que parece.

De tímido a extravertido.

El éxito de ventas de Seroxat en Europa deja en evidencia lo problemático que comienza a resultar para las personas lo que hasta hace poco no pasaba de ser un rasgo más de la personalidad: la timidez.

La boca se le seca, el sudor empapa sus manos y su rostro, mientras siente que las miradas del resto se clavan en él cuando debe tomar la palabra. Para ese minuto, el cerebro ya ha enviado las órdenes a los neurotransmisores y la serotonina ha disminuido, incrementando los niveles de ansiedad. Los latidos de su corazón se hacen cada vez más intensos, la angustia trae al pánico y la situación se vuelve insostenible... Ya en el siglo IV A. C. el médico griego Hipócrates describió algunos signos clínicos de la timidez, cuando hizo referencia a ciertos sujetos que se ruborizaban y se mostraban temerosos en situaciones públicas. Más de 2. 000 años después, Charles Darwin (1809-1882) relataba en uno de sus escritos la anécdota de un hombre que, durante una fiesta en su honor, debió pronunciar un discurso de agradecimiento. Tras levantarse de su mesa, comenzó a gesticular con manos y rostro de forma muy enfática, pero sin hablar. Al darse cuenta de lo que ocurría, los comensales optaron por aplaudir este discurso imaginario en cada supuesta pausa. Algunos días después, el hombre comentaría con un amigo lo bien que estuvo en su mensaje: su grado de obnubilación había sido tal, que nunca se percató que no pronunció palabra.

Aunque todas las personas pueden mostrarse tímidas dependiendo de la situación a la que se ven expuestas, la sicología aún no tiene claro por qué el temor determina el comportamiento de algunos individuos hasta tal punto que, incluso, puede llegar a dificultar sus relaciones interpersonales y su desarrollo profesional. Lo que sí esta claro es que las personas tímidas están más propensas a desarrollar una serie de patologías asociadas y que, aunque no existiera tal riesgo, es evidente que este tipo de individuos tiene cada vez menos posibilidades de éxito en una sociedad que privilegia la extraversión y la confianza en sí mismo. No por nada el antidepresivo de última generación concido comercialmente como Seroxat está causando tanto alboroto en Gran Bretaña, que registra 3 millones de fóbicos sociales y otros 10 millones de tímidos.

El medicamento fue presentado hace algunas semanas por un grupo de investigadores de la Universidad de Bristol (Inglaterra) y, según los estudios dados a conocer en ese momento, sería la solución para los problemas de timidez al elevar en el cerebro los niveles de serotonina, neurotransmisor responsable de las sensaciones de placer y bienestar en el organismo. Durante las pruebas clínicas, pacientes que sufrían de severas fobias sociales evidenciaron notorias mejorías en un par de semanas. Otros estudios muestran que el fármaco es capaz de cambiar la personalidad, incluso en sujetos que no son depresivos, pero sí algo tímidos. El médico Víctor Reus, de la Universidad de California, investigó a 23 personas sanas que consumieron durante meses el medicamento.

Antes y durante todo este período, los sujetos contestaron cuestionarios. A la semana de ingerir la droga, las respuestas a los test fueron mostrando menor hostilidad y mayor sociabilidad de parte de los individuos, en quienes también mejoró la asertividad y espontaneidad.

Aunque a la vista de muchos especialistas no es más que un nuevo antidepresivo, quizás más efectivo que los conocidos hasta el momento, el solo hecho de ser presentado como "la píldora contra la timidez" le ha valido ser igualado con récord de ventas con el Viagra: a la fecha ha vendido US$ 278 millones sólo en Europa.

Según explica el sicólogo de la Universidad de Chile, Juan Yáñez, la timidez no es una categoría siquiátrica o patológica, sino una respuesta posible dentro del repertorio que tiene cada persona. Ahora bien, este repertorio dependerá tanto de un factor genético como social: todas las personas nacen con un temperamento definido, algo así como un sello biológico que marcará su personalidad, y la timidez es uno de éstos.

Claro que de los modelos y estímulos sociales que reciba dependerán las herramientas sicológicas que desarrolle para que sea más o menos tímido.

El problema es cuando esta timidez encierra una patología tan severa como la fobia social. "Muchas veces las personas aceptan, simplemente, que ser tímido es una forma de ser y no pasa nada. Se dicen a sí mismos 'yo soy así'. Y en el fondo puede haber un trastorno severo de personalidad o fobia social, los cuales son enfermedades que requieren tratamiento" dice el siquiatra César Carvajal.

Esta enfermedad, que generalmente se inicia en la infancia y adolescencia después de un evento traumático, impide que la persona use sus capacidades sicológicas. El haber vivido alguna experiencia que le generó tal nivel de angustia la hace estar siempre temerosa de que se repita, por lo que desarrolla una conducta evitativa. "Existe una limitación más allá de lo normal y, en estos casos, la persona no puede enfrentar una situación pública. El miedo al enjuiciamiento es superior a cualquier esfuerzo", explica el siquiatra. Estadísticas estadounidenses señalan que una de cada ocho personas padece de esta enfermedad en algún momento de su vida. Se presenta, además, con mayor frecuencia en las mujeres que en los hombres.

Diferente es lo que ocurre en el trastorno de personalidad por evitación, otra de las patologías a las que están expuestos los tímidos y que suelen pasar inadvertidas. La persona que lo padece teme, profundamente y de manera anticipada, enfrentarse a situaciones como ir a fiestas, salir a comer a un restaurante o hablar frente a otras personas. En este caso, el factor biológico jugará un papel preponderante. Esto, en cuanto existe una vulnerabilidad y fragilidad de los sistemas de ansiedad ubicados en la zona del cerebro llamada locus coeruleus. Estas funcionan diferente al de una persona sana. Tal efecto haría que se gatille mayor ansiedad frente a ciertos estímulos. También se ven involucrados en este proceso el sistema límbico y la corteza cerebral, que es la que filtra los estímulos que se reciben.

"Ambos tipos de personalidades son en extremo sensibles.

Generalmente, desarrollaran actividades que no requieran relacionarse con los demás", señala Juan Yáñez. Como resultado de esta falta de interacción, derivan consecuencias como una mayor cantidad de solteros y solteras, menor nivel intelectual y menores expectativas laborales. Puede también caer en el abuso de alcohol y drogas.

Peligro latente

Dadas sus características de sensibilidad y autorreferencia, la personalidad tímida está más propensa que otras a desarrollar ciertas patologías siquiátricas.

Fobia Social: Se encuentra dentro de los trastornos de ansiedad. Se produce cuando la persona ha experimentado algún hecho traumático, el cual le generó tal grado de angustia que desarrolla una conducta evitativa.

Trastorno de personalidad por evitación: Aquí no debe mediar la existencia de un hecho traumático. La persona teme enfrentarse a priori a situaciones sociales como, por ejemplo, asistir a una fiesta o incluso ir a la peluquería. Los especialistas estiman que se origina en un desequilibrio neuroquímico en los sistemas de ansiedad.

Depresión: Como los tímidos están siempre dependiendo del cuestionamiento público y son excesivamente sensibles y reflexivos, están más proclives a verse afectados por estados de depresión y angustia.

Obsesividad compulsiva: Se desarrolla la noción interna y el convencimiento de que existe algo malo, lo cual debe ocultar a los demás a toda costa. A veces ni siquiera se sabe qué es, pero de igual manera se esconde.

Abuso del alcohol y drogas: Es uno de los riesgos que involucran a los tímidos, pues ambas sustancias les entregan la sensación de seguridad que necesitan para desenvolverse.

La galería del temor

Del grado de angustia que la persona sienta al enfrentar una situación pública dependerán los síntomas que dejen en claro su grado de timidez.

Normal: Este tipo de sujetos suele presentar un cierto nivel de ansiedad antes de enfrentar una situación de exposición social, que generalmente se traduce en el típico enrojecimiento del rostro. Pese a esto, con un poco de esfuerzo logra manejar y enfrentar la situación exitosamente.

Media: Si el individuo tiene la opción de evitar la exposición social, seguramente lo hará. Presenta mayor grado de ansiedad y angustia, que se refleja en la sudoración, boca seca y dolor de estómago. Puede llegar a requerir de algún medicamento. Sin embargo, el sujeto no pierde el control de sus capacidades y enfrenta la situación.

Saludos