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En “El Mundo” (28 de marzo del 2002) se presenta la noticia: Sony Dream Robot.

Sony se ha puesto en camino y ha creado a 4X –su nombre completo es Sony Dream Robot, SDR-4X–, un robot de compañía para niños y adultos solitarios. “Ha sido diseñado para vivir con la gente en sus casas”, afirma Toshitada Doi, vicepresidente ejecutivo de la compañía. La criatura, un Fred Astaire charlatán y cibernético de 60 centímetros, utiliza los mismos programas que su primo el Aibo, pero optimizados para favorecer la intercomunicación. Sus ojos son dos cámaras que le ayudan a salvar obstáculos, calcular distancias y reconocer a sus amigos; sus oídos, siete micrófonos que registran ruidos y voces. Hay sensores en sus pies para que camine dignamente sobre superficies irregulares y se levanta solo. Existen 38 articulaciones y su cerebro es un software diseñado para aprender y recordar. Porque 4X no es sólo una cara bonita: su vocabulario tiene 60.000 palabras y puede cantar y bailar. Su puesta de largo será en Yokohama el 28, en la gran feria mundial de robótica Robodex.

Patrocinada por varias empresas japonesas (Sony y Honda entre ellas) y el apoyo de la Agencia de Ciencia y Tecnología, Robodex lleva dos años mostrando lo último relacionado con la inteligencia artificial y sus aplicaciones. Allí conocimos a Asimo, el androide de Honda, los Aquaroid de Takara, medusas y peces electrónicos que funcionan como los de verdad y el Aibo (compañero, en japonés), estrella de la primera edición. Mitsubishi Heavy Industries, hasta ahora más centrada en la robótica industrial, vendió dos robots de entretenimiento a un museo. Como los autómatas de Jaquet-Droz, famosos a finales del siglo XIX, ambos hablan con los niños, practican juegos sencillos y dibujan ante un entusiasmado auditorio.

No es todo. En los laboratorios del MIT crece Kismet, un robot que aprende a reconocer las emociones humanas y a imitarlas. Con un simpático parecido con el protagonista de Cortocircuito, de momento, tiene menos iniciativa. A su lado Cog, ojito derecho de Rodney A. Brooks, jefe del laboratorio de Inteligencia Artificial, ha ido progresando desde 1993, año de su creación. “Invariablemente”, comenta Brooks con orgullo, “todo el mundo acaba tratándolo como a un humano”. Son los más populares, pero no los únicos. Como Brooks, muchos investigadores creen que los robots inteligentes llegarán y que los próximos 30 años van a superar con creces cualquier película de ciencia ficción.

Sin embargo, de los soldados del arsenal de Danzig de Von Kempelen a los amigos del tímido J.F. Sebastian hay un largo camino que la ciencia no ha recorrido. Los expertos en robótica e inteligencia artificial son cautelosos. “Lo que llevan los robots son ordenadores y, de momento, están programados por ingenieros”, afirma Félix de la Paz, profesor del departamento de Inteligencia Artificial de la UNED. “Como tienen una forma ligeramente humana es fácil confundirse, pero son muy limitados. Se parecen a muñecas de cuerda, sólo que la cuerda es un microprocesador”.

Toshitada Doi, cabeza pensante del Laboratorio de Criaturas Digitales de Sony, ha llegado a decir que hacia 2010, cada una de las 46 millones de casas japonesas tendrá dos o tres robots, incluyendo un humanoide. “Es probable que en 10 años”, comenta De la Paz, “haya robots en las casas, pero serán herramientas que nos harán la vida más fácil. Pero no habrá un humanoide que, como nosotros, pueda, además, preparar el té y jugar al tenis. Por suerte: el día que los robots nos sustituyan, nuestras peores pesadillas se habrán hecho realidad”.

La realidad es ésta. Podemos imitar el comportamiento de una rodilla, crear programas que aprendan respuestas sobre la marcha, capaces de ver un objeto, darle un significado y etiquetarlo; tendremos corredores de fondo, futbolistas(www.robocup.org) o un jugador de ajedrez capaz de competir y de ganar a los más grandes. Pero no sabemos imitar el cerebro humano porque, básicamente, no sabemos cómo va. ¿Es el cerebro una máquina de ceros y unos? Y de ser así, ¿cuál es su programación? Félix resume el problema en dos frases: “Con un Pentium 4 podemos simular una neurona; el cerebro humano tiene más de 100.000 millones”. El SDR-4X es una monada, canta y baila como un niño prodigio y tiene más vocabulario que cualquier miembro de la RAE, pero está muy, pero que muy lejos de parecerse a Daryl Hannah. O de sustituirla.

Saludos