Hace sólo unos meses que Michael Dell volvió a sentarse en el sillón de la compañía que fundó. Y al poco de llegar anunció que iba a abrir un sitio en la web que funcionase a modo de "tormenta de ideas". La cosa funcionó bien. Tan bien, que los consumidores respondieron con gusto y con contundencia: querían Linux preinstalado en los ordenadores que vende la compañía. Y además querían que les dejasen elegir entre varias distribuiones. En segundo lugar, querían OpenOffice, el paquete de aplicaciones de ofimática de código abierto, también preinstalado. La respuesta de Michael no ha tardado demasiado, y ya ha confirmado que su compañía dará respuesta a la petición. "Estamos trabajando con Novell para certificar nuestros productos para empresa", afirma, para añadir que "los consumidores no prefieren una distribución de Linux determinada. Queremos que los usuarios tengan la oportunidad de ayudar a definir el mercado de Linux en ordenadores de sobremesa y portátiles", explica, para rematar que "además de con Novell, estamos trabajando con otros distribuidores". Si hacemos caso a las promesas de Dell, es muy probable que otros fabricantes de PCs no quieran quedarse atrás. Y si eso ocurre, el mercado de sistemas operativos podría cambiar mucho, en poco tiempo.

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