Hay quienes, desde su nacimiento, afrontan la vida como una cuestión de
principios. Los que valoran la Libertad, al Igualdad, los Derechos,...
Quienes se la juegan de forma constante y permanente por hacernos llegar
la realidad como a través de un cristal transparente, sin distorsiones.
Son los Hombres - con mayúsculas - . Los que pudiendo no implicarse en
lo que les rodea, lo hacen; aún a sabiendas de los costes que su
decisión puede llevar aparejada. Algunos llegan a ver sus nietos; pero
no todos. Otros, y la lista es enorme, mueren jóvenes, como
explicándonos que la vida es un ciclo y que asumir determinados riesgos
implica determinados costes. Incluida la propia vida. Por lo que dicen,
así era Julio Anguita Parrado: jovial, transparente, 'echao p'alante',
sincero, novato pero con casta. Y así ha entregado su vida; como los
hombres. Para dejarnos hora a hora la crónica escrita de lo que sus ojos
veían y su voz transmitía. Viendo como la barbarie de unos pocos, por
eliminar a un tirano, causa una tragedia mayor entre los inocentes que
el bien con el que luego podrán consolarlos. Al pie del cañón junto a
unos médicos que, paradójicamente, intentan aliviar el sufrimiento
causado por sus propias tropas.
Luego están los otros; los ratones - así, con minúsculas -. Los que
esconden sus actos tras el oscuro silencio de la complicidad y la
confabulación. Los que no creen en la transparencia sino en la opacidad
y en la mentira. Los que utilizan el poder recibido a su antojo, sin
explicaciones. Los que culpan a los demás de sus popios errores y de su
soberbia. Los que no saben sino acudir casi a escondidas a sonde el amo
pone unos miserables trozos de queso, aún a sabiendas de que no le son
útiles ni al amo. Los que invocan grandes palabras, generalmente dictada
spor otros, los que hacen grandes discursos, que a veces no comparten ni
ellos mismos. Los que se esconden tras un manto de patrioterismo barato
y a la voz de 'Dios, Patria y Justicia'. Los trasnochados de otras
épocas que no queremos volver a vivir. Los que no han aceptado desde un
principio las normas de las que nos hemos dotado los ciudadanos en
referéndum, pero con quienes hemos sido lo suficientemente generosos
como para permitirles manejar la 'cosa pública'.
Gracias al hombre, Julio, desde el fondo del corazón por tu trabajo, por
tu tesón, por ponerte al filo. A su familia y amigos un abrazo de ánimo
y una lágrima sincera.
Gracias al ratón, Sr. Aznar, por arrancar esa falsa y débil máscara que
colocada en su rostro había creado un espejismo entre millones de
españoles.
Nos veremos en el día a día. Luchando en democracia, con la palabra, con
los hechos. Sin caretas, sin dobleces y sin servilismos. Para
demostrarle que ha intentado ser el flautista de Hamelin, pero sólo es
uno de los ratones que asustaban a los niños de la aldea.
(c) 2003 Manuel Angel Gutiérrez
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