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Ver la versión completa : CiberChorradas: El proceso de fabricación de una "leyenda urbana"



aerial25
03-02-2005, 18:07
Todos hemos oído hablar muchas veces del epitafio en la tumba de Groucho Marx que reza “Señora, disculpe que no me levante” o de Ricky Martin y el famoso perro al que le gustaba comer mermelada en sitios algo peculiares; estas leyendas, también conocidas en inglés como “FOAF Tales” (friend of a friend tales) "historias del amigo de un amigo", poco a poco han ido dando paso a las “ciberleyendas”.



Muchas de ellas invenciones de mentes ociosas, algunas de ellas meras casualidades y otras tantas agresivas campañas de marketing encubiertas. Lo cierto es que Internet da pie y juego a que, algunas de ellas, sean tan rigurosamente ciertas como fortuita fue su creación.

Este es el caso de una leyenda urbana en la que yo tuve la suerte de participar: El Chaval del R9. Lo más gracioso es que no fue una leyenda del todo, sino que resultó ser un cúmulo de casualidades de lo más simpáticas.

Ahora que leo el título de este artículo, quizás está mal empleada la frase “proceso de fabricación” ya que, como veremos, en esta historia prácticamente lo único que hubo fueron hechos afortunados y casualidades una detrás de otra, acompañados por la inexperiencia, acertada o no, de los que participamos en ella. Por cierto, a todos los que hayan comenzado a leer éste artículo, id a por un café o un refresco porque, más que artículo, es un "relato corto"...

A los ciberusuarios españoles e iberoamericanos, es probable que les suene éste personaje; no así quizás al resto de los usuarios europeos en cuyos países es probable que no haya llegado el eco de este personaje inusual.

La cuestión es que, la historia de este mecánico, fanático del tunning y macarra donde los haya, comenzó de la forma más fortuita que nadie se pueda imaginar: con la publicación de un mensaje en un foro del automóvil gratuito; el foro de Supermotor en Ya.COM. El caso es que el mensaje, gracioso y exagerado a rabiar y que llevaba por título “Poner un kompresor a mi r9 y otras mejoras”, estaba escrito, en teoría, por un fanático de los coches “maqueados” que contaba las excelencias de su Renault 9 y de los cambios y arreglos que estaba pensando realizar en su motor, tales como que su coche alcanzaba los 200 kilómetros/hora, o que necesitaba consejo para montar el compresor de un Mercedes en el R9 y convertirlo en un reactor. Todo ello adornado de abundantes faltas de ortografía así como de una jerga muy familiar para algunos.

Pero si descarado y jocoso era el mesaje de éste fanático del tunning, más aún lo fueron muchas de las más de 400 respuestas que recibió este foro en poco más de 12 horas, lo que hizo desbordar por completo cualquiera de las previsiones del administrador de sistemas del servidor.

La repercusión inicial no sólo quedó aquí sino que, en pocas horas, extractos tanto del mensaje inicial como de las respuestas más desternillantes publicadas en el foro, comenzaron a circular por Internet bajo la forma de mensaje de correo electrónico. Yo misma recibí varias veces el mismo texto repetido, con cientos de direcciones email en los campos “To” o “Cc” de las cabeceras de los mensajes. Se estaba convirtiendo en el “ciberchiste” de la semana. Casi todo el mundo tenía en su buzón de correos el mensaje o había oído hablar del famoso mensaje del Tunning del R9.

Muchas de las “ocurrencias” de los internautas que día a día nos llegan, no pasan de provocar una gran carcajada y pasan directamente a la papelera de reciclaje; éste no fue el caso del chaval del R9 y yo, hasta éste punto y como casi todo el mundo, era una mera usuaria o espectadora de todo éste fenómeno. A partir de entonces, las cosas cambiarían.

El siguiente episodio, partió de una llamada de una chica que recibí en mi móvil y que pertenecía a una de las entidades que formaban parte de la clientela de la empresa en la que yo trabajo. La primera frase fue: “…Necesito que me diseñéis una web y que me la alojéis en uno de vuestros servidores antes de 24 horas…”. Obviamente, mi respuesta fue: ¿Qué tipo de web? (no es lo mismo un catálogo de 4 páginas con un poco de texto y dos fotografías que un libro de 300 a todo color). Y ella me contestó: “…Conoces el mensaje del R9?.. Bueno, pues lo ha escrito mi primo…”. A partir de aquí comencé a enterarme atónita de toda la historia, de cómo comenzó y, lo más importante, de hasta dónde (o hasta quién) había llegado.

Lo que ésta chica me contó fue que, Fernando (alias “El chaval del R9”), cuya profesión en realidad no era mecánico sino músico (aunque aficionado desde siempre al mundo del motor), dando un día una vuelta por Internet entró en uno de los foros de motor y mecánica por los que solía navegar y, después de un rato y harto de las pedanterías de leyó en ese momento y que se hablaban de realizar reformas extravagantes y, en muchos casos, desproporcionadas en los automóviles de los que allí escribían, de repente se vio redactando un mensaje. Ésta misiva, de forma muy simpática, se hacía eco de todos estos irreales deseos de los aficionados al tunning y los convertía en un conjunto de ideas inimaginables que pasaban por convertir a un viejo Renault 9 en una auténtica máquina supersónica.

Claro, mi contestación a esto fue que no era necesario hacer una página web, sino seguir alimentando este foro, pero la historia no había acabado. Parece ser que, para poder escribir en él era necesario registrarse y, Fernando, puso su nombre en el formulario de alta pero indicó en vez de su teléfono, el móvil y la dirección email de su prima, sin decirle a ella nada, por supuesto. Y cuál no sería la sorpresa de esta chica cuando, al pasar un par de días, recibe en su móvil una llamada del departamento de marketing de la empresa Terra, ofreciéndole insertar un banner de publicidad en la página web del “Chaval del R9”. Después de que el interlocutor le explicara toda la historia y le diera los otros datos de registro que obraban en su poder, entre los cuales estaba el nombre de su primo, a ella le faltaron décimas de segundo para marcar el teléfono de Fernando y contarle todo lo ocurrido (reprimenda incluida).

¿Cuál era el siguiente paso? En primer lugar llegaron a la conclusión de que lo primero para publicar una página web era disponer de un dominio y, ni cortos ni perezosos, registraron “elchavaldelr9.com”. Pero ninguno de los dos sabía ni dónde alojarla ni mucho menos tenía conocimientos de programación HMTL como para poder llegar a darle contenido a todo ello. De repente se acordaron de mi empresa y fue entonces cuando yo recibí la llamada de auxilio para echarles un cable. Al parecer, la oferta de Terra era muy interesante y no podían dejar pasar esa oportunidad, pero el plazo era de 24 horas.

La verdad es que me hizo todo mucha gracia. Quién me iba a decir a mí que los mensajes que me habían atiborrado a mí y a media España el programa de correo con “tunningmanía” eran obra de éste chico. Y mucho menos, que habían despertado el interés de uno de los ISP’s más poderosos de España e Iberoamérica. Poco después pude comprobar la repercusión de todo esto.

Nos pusimos manos a la obra y en 4 horas teníamos una página principal en color negro con un personaje barrigón y con barba, enfundado en un mono y con la pinta de un mecánico chapuzas en toda regla. Fue bautizado por su “creador” como CARLOS TARELO. En ese tiempo, ya se habían puesto en contacto con ellos otras dos entidades más interesadas en insertar publicidad en la web del “Chaval del R9” a cambio de aportaciones económicas que servirían para algo más que para invitar a un café a un amigo. Todas ellas fueron incluidas y la web del Chaval del R9 fue publicada en uno de los servidores web de mi empresa, se generaron las correspondientes cuentas de correo corporativas y su URL se insertó en el foro que le había dado la “fama”. Hasta ahí todo normal; lo que no era normal fue lo que sucedió después y es que, en las siguientes horas, la web del R9 recibió más de 6.000 visitas.

De repente, tanto este servidor de páginas web como el servidor de correo electrónico comenzaron a registrar un incremento de tráfico que multiplicaba por 5 el del recibido en cualquier otro mes de máxima actividad. Y eso que la campaña de marketing tan sólo se había alimentado a través del “boca a boca” o mejor dicho del “buzón a buzón”.

Creo que ya he mencionado que la profesión real de Fernando, el autor, era la de músico. Pues bien, al día siguiente se puso en contacto conmigo su prima para preguntarme si sería posible “colgar” una canción de la web del R9. Ingenua de mi, comencé a hablarle de lo delicado del tema de los derechos de autor, la petición de autorizaciones, las licencias, etc…; pero ella me contestó: “… No me has entendido. Él ha compuesto una canción para la web. La canción es suya y es sobre el tema del R9 y del mensaje…”. No sé cuál debió ser mi expresión en ese momento, pero lo cierto es que provocó las risas de todos los que trabajaban conmigo y por supuesto la expectación hasta el día siguiente en que El Chaval del R9 aparecería por la empresa con su canción en un CD bajo el brazo.

Pasadas 24 horas más o menos, media empresa estaba mirando por las ventanas, a la hora en la que habíamos quedado con Fernando, o Carlos Tarelo o El Chaval del R9 (la verdad es que a día de hoy aún me hago un lío con los nombres…). La curiosidad era grande por conocer al personaje al que yo directamente le había puesto en la web barba, pinta desaliñada, una tremenda barriga y una funda de trabajo. De repente, vemos que un coche se acerca; no recuerdo bien si era marca Volkswagen Golf o Opel Kadett, pero lo cierto es que no se trataba de un Renault 9. El vehículo aparca en el parking de la empresa y de él se baja un chico, normal y corriente y, desde luego, sin aspecto de macarra ni nada parecido. Las carcajadas dentro de la oficina podían oírse a 5 kilómetros. ¡El chaval del R9 era un chico normal! Pero lo mejor estaba por llegar: su canción.

No sé si los que estáis leyendo este texto ya habéis tenido oportunidad de escucharla, la verdad es que se encuentra publicada en muchas páginas web, pero fue del todo una “experiencia religiosa”.

Aparte de contar la historia más o menos fielmente, la buena voz de Fernando, convertida en un chirriante y bronco sonido para parecerse lo más posible a la imagen y semejanza del mecánico Carlos Tarelo, dice cosas tales como: “Mi coche es la caña; lo mejor de España”. Y lo mejor de todo es que su prima, la cómplice de todo esto, es quien le hacía los coros. Todo ello venía aderezado además por el acompañamiento de un órgano, similar al que nos ameniza muchas veces en España las mañanas de los sábados, acompañado de una cabra subida en una escalera.

En la empresa nos faltó tiempo para, después de desternillarnos junto con el autor convenientemente, pasarla a formato de baja calidad, fragmentarla (obviamente había que proteger los derechos de su autor) y subirla a la web colgándola de la primera página. Como el fenómeno aún estaba caliente, en pocos minutos pudimos monitorizar que estaba siendo descargada sin parar. Creedme, el resto de equipos de la red lo notaron con creces. Pero aquí no había terminado todo.

La fecha de toda ésta historia, principios de 2001, coincide con el apogeo del “Tamarismo” y el “No cambié” y a mí (aunque respaldada por el autor) se me ocurrió que qué mejor publicidad el que la canción del Chaval del R9 apareciera en uno de los programas precursores de éste tipo del frikis: “Crónicas Marcianas”. Por supuesto no teníamos ni la certeza ni la forma de contactar de manera directa con el programa ya que, ni yo ni ninguna de las personas que trabajaban conmigo, habíamos tenido en nuestras manos un personaje con ésta repercusión inicial ni mucho menos los contactos necesarios en los medios para poder difundirlo. Pero lo cierto es que nos pusimos a recopilar todas las direcciones email que encontramos por los buscadores y que hicieran referencia a la productora o a cualquier cosa relacionada con el programa. Se redactó una nota de prensa en la que se hablaba sobre todo de la nueva canción del Chaval del R9, se adjuntó la URL de la web, y se envió; y el mismo proceso se siguió con otros programas, otras cadenas, prensa escrita y radio. Le madrugada siguiente, salía en el famoso programa la web y de fondo la canción del R9.

Esa misma noche, se cayó uno de los servidores del CPD de mi empresa. El administrador de sistemas se pasó las horas monitorizando la red buscando el porqué de las caídas constantes de ese servidor, hasta que se dio cuenta que el causante era la web de Carlos Tarelo y por supuesto las continuas descargas de la canción y los mensajes al foro que le habíamos configurado posteriormente, que no cesaban de llegar.

Tuvimos que tomar una decisión: o bien que éste personaje cambiase de proveedor o bien instalar la web y todo lo que llevaba alrededor en una máquina de manera independiente. Al final se pasó la “identidad corporativa” del Chaval del R9 a un servidor dedicado, todo ello sin parar el servicio puesto que las visitas eran constantes y simultáneas en el tiempo. Pero la red seguía tan saturada que finalmente tuvimos que montar una segmentación de red con otro proveedor de Internet, para dar salida y entrada a todo el tráfico que generaba este fenómeno. Es curioso; mi empresa era proveedora de algunas de las medianas entidades, públicas y privadas de la región, algunas de ellas con gran tráfico en sus webs y buzones de correo electrónico; pero ni siquiera todas ellas juntas generaron tanto tráfico en una semana como la web del Chaval del R9 en unas pocas horas.

Los siguientes días vinieron acompañados por continuas apariciones en prensa, radio y los portales típicos de la red. Y todo ello revirtió en que la web se convirtió en uno de los sitios más visitados de Internet, para sorpresa de todos nosotros y el consiguiente cabreo del administrador de sistemas de la empresa.

Al autor le llovieron ofertas de todo tipo; desde más publicidad por medio de banners diversos en su web, hasta el escribir una columna humorística (siempre firmando como El Chaval del R9) en una de las revistas del motor especializadas del país, pasando por las proposiciones más deshonestas o extrañas de los visitantes del foro de su web. Había para todos los gustos; desde gente que se ofrecía a escribir puntualmente un artículo semanal para colgarlo en la misma hasta chicas que solicitaban los datos o la fotografía real de Carlos Tarelo, pasando por acusaciones de otros “Chavales del R9” que decían que ellos eran en realidad el auténtico y original y éste tan sólo una mala copia.

Uno de los mensajes que envié, parece ser que llegó incluso a la productora que en ese momento estaba a punto de estrenar Torrente 2. Lo sé porque recibí al poco tiempo un mensaje felicitando a Fernando por la canción y lamentándose de tener cerrada hacía poco más de una semana la banda sonora de la película. De no ser así, habría sido incluida; y lo cierto es que el personaje de Carlos Tarelo, sin haber pretendido serlo ni imaginado siquiera, parecía un “amiguete” más de la pandilla de Torrente.

Toda ésta vorágine tan sólo se mantuvo en su apogeo durante unos tres meses y los picos de visitas y de saturación, apenas unas dos semanas. A partir de entonces comenzó a enfriarse el boom del Chaval del R9 dando paso a otro tipo de personajes que fueron surgiendo y que nos dejaron trabajar a todos un poco más tranquilos. Al paso de un año, la web de Carlos Tarelo se dio de baja, pero el fenómeno sigue apareciendo referenciado en muchas páginas web, foros, y blogs de Internet a día de hoy; podéis comprobarlo.

Las últimas noticias que me llegaron de Fernando fueron que seguía trabajando en su estudio de grabación, pero que publicaba regularmente su columna humorística del Chaval del R9 en la misma revista del motor que tiempo atrás le había contratado. Éstas eran las reminiscencias de la leyenda urbana que meses atrás había llegado a compararse con personajes como Tamara similares.

A esto se reduce el azaroso inicio de las aventuras de este mecánico, su salto a la fama y su final. La verdad es que ninguno nos imaginamos que esto de las leyendas urbanas sería de esta manera, pero lo que sí es cierto es que nos sirvió a todos los que participamos en ella sin haberlo buscado para aprender un montón de la singularidad de la red y de lo rápida y descontroladamente que pueden llegar a crecer las historias en la “cibersociedad”. Realmente, creo que el fenómeno del Chaval del R9 pudo haber formado parte de un experimento sociológico importante, por todo lo que movió y todas las gentes a las que llegó gracias a un simple mensaje de “sorna” publicado un día en un foro por alguien que estaba haciendo una pausa en su trabajo.

Cuando llegan a mi bandeja de entrada nuevos mensajes que hablan de “El chico Jedi” o de que si envío 7 veces un mensaje con una oración se cumplirán todos mis deseos, pienso a menudo en el R9 (un coche que, si me apuran, no soy capaz de reconocer por la calle) y en que por muchas veces que pueda volver a intentarlo, seguro que ni yo ni muchos como yo podemos llegar a crear un impacto comparable al que supuso en los medios, y no sólo digitales, Carlos Tarelo, El Chaval del R9.

Como un personaje de dibujos animados decía: “Chicos, no intentéis esto en vuestros hogares”. Creedme, no sale...


Beatriz Martínez - 03/02/2005